En nuestro país se ha instalado de forma aparentemente perpetua la alternancia de los dos grandes partidos: PP y PSOE. ¿Crees que ganan porque tienen el apoyo mayoritario de la población? Te equivocas, los dos partidos juntos sólo suman el 42% del censo electoral y el otro 58% se reparte entre la abstención, el voto nulo, el voto en blanco y el voto a otros partidos. Analicemos cada una de esas opciones:
La abstención es simplemente no votar. A la hora de hacer el recuento se excluye a ese sector del censo, se tiene en cuenta sólo a los votantes y no a totalidad del censo. Es decir, si te abstienes, no existes. La abstención es entendida por algunas personas como un modo de protesta contra el propio sistema (abstención crítica), sin embargo ese no-voto se mezcla con el del ciudadano que no participa por desidia (abstención pasiva) y es así como lo interpreta la sociedad. Hay quien piensa que una alta abstención podría arrebatar la legitimidad del partido electo para gobernar por carecer de representatividad, sin embargo tenemos cercano el caso de Portugal donde se formó gobierno con una abstención superior al 53%, ¿por qué aquí iba a ser diferente?
El voto nulo es el voto no válido, un voto defectuoso que no cumple con las condiciones mínimas exigidas (por ejemplo: votos en los que una papeleta aparece con tachaduras o comentarios, o en el caso de elecciones al senado papeletas en las que se hubieran señalado más de tres nombres). Los votos nulos se contabilizan, pero se apartan y no se tienen en cuenta a la hora de asignar los representantes, por lo que en la distribución de escaños tienen el mismo efecto que la abstención. Se podría interpretar como una queja respecto a la oferta electoral pero también como una equivocación del votante.
El voto en blanco es el sobre que no contiene papeleta o, en las elecciones al senado, las papeletas que no tengan marcado ningún candidat@. Aunque ni en la ley electoral ni en ninguna otra parte se indica, en teoría el voto en blanco se considera un voto de protesta asociado a ciudadanos partidarios de la democracia pero que no se sienten representados por los partidos existentes. Se diferencia de la abstención o el voto nulo en que este sí es un voto válido, ya que se tiene en cuenta en el cómputo final. Sin embargo, presenta un problema y es que, en el recuento perjudica a los partidos minoritarios ya que eleva el 3% sobre el “total de votos” necesario para aspirar a escaño.
Tras esta explicación, podemos observar cómo al final, los beneficiados en todas estas opciones son los grandes partidos. ¿Cuál sería entonces nuestra alternativa más realista? el voto a otros partidos. Llegados a este punto, es importante tener claro que se descartan los partidos que obtienen menos del 3% de los votos válidos por circunscripción y que los escaños no son asignados equitativamente sino que el reparto, según nuestro sistema electoral basado en la Ley d’Hondt, beneficia a las mayorías:
Por lo tanto, dado este sistema electoral, si no se vota masivamente al mismo minoritario en la misma provincia, no hay mucho que hacer. Nuestra opción es clara: apostar por otro partido que no sea ni pp ni psoe pero que sea un partido con posibilidad de optener representación.