El 19 de noviembre se cumplen 10 años del hundimiento del Prestige. Aquel barco monocasco que operaba bajo bandera de Bahamas, y que dio lugar a la mayor catástrofe ambiental que ha sufrido España, dejando nuestras costas cubiertas de aquella pasta negra llamada chapapote.
Mañana comienza el juicio oral por la catástrofe del Prestige con más de 290.000 folios, más de 2.000 partes personadas, más de 1.000 millones de euros en indemnizaciones, 133 testigos, 98 pruebas periciales y cuatro imputados que irán pasando por el palacio de congresos Expocoruña, en A Coruña. Nosotros hoy presentamos el informe “La injusticia del Prestige", donde analizamos los aspectos más relevantes sobre las responsabilidades de la marea negra que se originó con aquel accidente.
Parece increíble que, después de una década, ninguna de las empresas implicadas esté sentada en el banquillo y únicamente una persona representando a las instituciones hará frente a todas las responsabilidades de ámbito estatal. Aunque en nosotros retumba el eco de frases como "en la catástrofe del Prestige sólo hay un culpable: el barco " o “No son más que unos hilitos de plastilina” o "pensamos en bombardear el Prestige para hundirlo o hacer arder el fuel" y "El destino del fuel en el fondo del mar es convertirse en adoquín".
Frases que salieron de los cargos políticos que gobernaban por entonces en nuestro país y que no fueron capaces de coordinase y tomar las medidas más acertadas para reducir los efectos de la marea negra.
Ahora nos preguntamos qué hemos aprendido desde entonces:
- Que un juicio no puede retrasarse 10 años, y que una de las causas de este retraso es debido a que un procedimiento judicial de la complejidad y de las características del Prestige requiere una serie de medios humanos y materiales de los que no está dotado ningún Juzgado Instructor.
- Que las gravísimas deficiencias de las regulaciones internacionales, entre ellas, la utilización habitual de banderas de conveniencia; el empleo de verdaderos entramados de sociedades interpuestas, la insuficiencia de las indemnizaciones que limitan la responsabilidad,hacen que no se paguen las responsabilidades.
- Que el Derecho penal en España limita, en casos como éste, que las responsabilidades puedan ser depuradas.
Por todo ello en Greenpeace consideramos que los responsables de la crisis del Prestige no han asumido sus responsabilidades, y por esto si se produjera otra catástrofe volvería a pasar lo mismo.
Pero aunque la justicia hubiera podido llevar al banquillo a todos los responsables y se hubiera dado una sentencia penal, y las exigencias de responsabilidades civiles fueran implacables con las empresas implicadas, todavía sería mejor que se abandonaran aquellas actividades cuyas consecuencias contra el medio ambiente y las personas son irreparables, dicho de otro modo abandonemos el petroleo por un sistema energético limpio, porque esto es posible.
Ayúdanos a difundir el mensaje: Evitemos otro Prestige, Evitemos a los irresponsables Evitemos el petroleo.
Tatiana Nuño (@t_nunho), campaña de Cambio climático de Greenpeace