Para numerosos españoles, algunos de los cuales no reciben ninguna asistencia del Estado y en el mejor de los casos son apoyados solamente por sus familiares, las fiestas de Año Nuevo tienen un sabor amargo. Sin poder pagar su hipoteca, muchos se enfrentan a un desahucio inminente.
Luis Domínguez es uno de tantos: es discapacitado, tiene 74 años y se enfrenta a un desalojo. Éste es su triste balance de fin de año.
Su carrera de empresario del sector de la construcción se quedó reducida a la nada tras estallar la crisis. Sin pensión ni ayudas sociales, por las cuales se ve obligado a luchar en los tribunales, no puede hacer frente al pago de una hipoteca de 200.000 dólares que en su día contrajo con el banco. El motivo, por el que un juez decretó el desahucio de su vivienda.