Se caldea la situación en el Golfo Pérsico. A pesar de las advertencias de Irán, EEUU declaró que seguiría reforzando su grupo de portaaviones en el área. Los expertos dicen que las partes apenas intercambiaron amenazas y resultaron ya en una peligrosa proximidad a hostilidades reales.
El día 4 de enero 2012, finalizaron los simulacros militares de Irán Velayat 90 en la zona del estrecho de Ormuz. Por este pasa el 40 % de la exportación marítima de petróleo a Europa y EEUU. Los militares iraníes amenazaron con cortar el estrecho a lo que EEUU no tardó a responder: en la zona de los ejercicios entró un grupo de choque con el portaaviones John C. Stennis al frente. En respuesta a ello el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Irán Ataollah Salehi conminó a EEUU con "contrariedades", caso de que el grupo siguiera aumentando y declaró que su país está listo para "rechazar cualesquiera amenazas y dispone para ello de todo lo necesario". EEUU respondió que cejarían en su operación orientada a garantizar la seguridad y estabilidad en la región. Por el momento, la conducta de las partes se parece más a una "exhibición de músculos" porque de hecho ninguna de las partes necesita una guerra, indica el orientalista Boris Dolgov.
A Irán no le hace falta un conflicto con EEUU porque no posee suficiente potencial para hacer frente en un conflicto militar a EEUU que posee fuertes aliados, por ejemplo, Israel. En lo que atañe a EEUU, en su dirección hay un grupo de presión pro-israelí, pero también hay grupos de presión de otro tipo que representan los intereses de personas que no quieren que se desate este conflicto. Todo depende, entonces, de decisiones concretas de la dirigencia política. De momento no hay decisión para abrir hostilidades contra Irán.
Las autoridades norteamericanas están convencidas de que Irán se decidió a ostentar su fuerza y a prorrumpir en amenazas bajo la influencia de duras sanciones internacionales. Victoria Nuland, jefa del servicio de prensa del Departamento de Estado de EEUU, declaró que la dirección iraní provoca conflictos en la palestra internacional a fin de distraer a sus ciudadanos de los problemas económicos internos. Es una versión bastante audaz: hasta la fecha Irán se sobrepone a las sanciones, pero tratará de prevenir su acentuación, opina Boris Dolgov.
Si se impone embargo a la importación de petróleo de Irán, y esta es la actual amenaza de Occidente, las sanciones repercutirán sensiblemente en la economía iraní. Pero, mientras el petróleo iraní es importado, el país recibe suficientes medios financieros y puede oponerse a sanciones de otro tipo.
Dicha situación es peligrosa porque, caso de desatarse una campaña, por muy insignificante que sea, en el Golfo Pérsico, en días contados el conflicto puede tomar un carácter global. Casi todos los países de la región pueden resultar involucrados en él. Y no será, ni mucho menos, una guerra de todos contra Irán. Este país también cuenta con aliados, considera la colaboradora científica del Instituto de Orientalismo de la Academia de Ciencias de Rusia Lidia Kuláguina.