La influencia de China sobre la economía mundial se encuentra en su punto máximo. Y el país asiático es consciente de los triunfos que acumula y no vacila en enfocar sus miras en Europa. Con inyecciones millonarias en divisas extranjeras era solo cuestión de tiempo que el Viejo Continente, asfixiado por las deudas, pidiera su ayuda.
"Las autoridades chinas siempre muestran su disposición a prestar apoyo. Precisamente esto es lo que le ofrecen a la Unión Europea. Pero evidentemente, ellos también quieren obtener sus beneficios", cree el periodista Lixin Pang.
De esta manera, cualquier ayuda tendrá su precio. La República Popular pretende, en primer lugar, ganar el status de una economía bien formada y, segundo, lograr que sea levantado el embargo sobre la venta de armas, impuesto en 1989 por la Unión Europea.
"Es lo que hace cada país emergente, aprovechando cada ventaja que tiene", opina el profesor de la Universidad de Paris, Pierre Guerlain.
El gigante asiático ha patrocinado varios estudios de mercado sobre la exportación ventajosa de sus productos siderúrgicos.
"Temiendo a las políticas de proteccionismo, China quiere construir fábricas y tener compañías en la Unión Europea para que sus productos tengan la etiqueta 'hecho en Alemania' o 'hecho en Francia'. De esta manera no serán consideradas importaciones", dice Guerlain.