Este sábado miles de egipcios participaron en multitudinarias manifestaciones para exigir la renuncia de Morsi, un año después de que asumiese el poder. Según fuentes sanitarias, al menos 14 personas han muerto y centenares han resultado heridas.
Morsi ha dilapidado su capital político en este año y ha sido incapaz de pactar con la oposición unas mínimas reglas del juego. La redacción de la Constitución era el momento decisivo y lo desaprovechó. Los Hermanos nunca comprendieron que tener el poder de las urnas y de las instituciones no les daba de forma automática el poder de la calle. Los sectores islamistas más radicales comenzaron a presumir de que podían imponer un giro conservador a la sociedad, cuando ni siquiera podían conseguir que funcionaran las instituciones más básicas de Gobierno.
La manifestación en El Cairo ha sido masiva, espectacular. Los periodistas que están allí han dicho que no han visto nunca nada parecido, ni siquiera en las concentraciones contra Mubarak. Ha sido una demostración de poder popular que demuestra que el Gobierno no puede comportarse como si fuera el único poder legítimo de Egipto. Ganar elecciones es muy importante en una democracia, pero no es lo único que importa.
La movilización llamada Tamarod (rebelión) dice haber recogido 22 millones de firmas para reclamar la salida de Morsi del poder. La cifra es significativa en la medida de que es superior al apoyo electoral a los islamistas. Pero es una ilusión pensar que ambos bandos vayan a medir sus fuerzas simplemente en términos de apoyo popular. Casi todos apuestan por el uso de la violencia, a menos, claro está, que el adversario acepte rendirse.
La oposición sólo tiene como bandera común el fin del Gobierno islamista. En sus filas figuran tanto partidos liberales y laicos, y sectores que llevaron la iniciativa en la rebelión que acabó con Mubarak como los grupos que apoyaban esa misma dictadura. Y entre estos últimos es probable que estén individuos a sueldo de las fuerzas de seguridad del régimen anterior.
No se sabe la actitud que adoptará el Ejército. De momento, está jugando las dos cartas posibles. No sólo está ese vuelo de cuatro helicópteros Apache sobre la plaza de Tahrir antes de comer, sino que después otro helicóptero ha pasado por la zona lanzando banderas egipcias. Supongo que para congraciarse con los manifestantes.
Los generales retirados, libres de las ataduras del uniforme, se han distinguido en la campaña contra Morsi. Dan a entender que si la movilización llega hasta el final y la violencia se extiende, el Ejército acudirá en su ayuda e impondrá el orden. La legitimación del golpe de Estado ha comenzado ya.
Han sido numerosas las pancartas y gritos contra EEUU y en concreto contra la embajadora norteamericana. Muchas personas en Egipto creen que Washington apoya al Gobierno de Morsi, lo que resulta cuando menos llamativo. En general, EEUU ha decidido adoptar una actitud no hostil hacia los islamistas, y eso se ha interpretado en parte de Egipto como un apoyo completo, lo que no tiene mucho sentido. Egipto sufre problemas financieros gravísimos. Está claro que si EEUU hubiera querido apostar por Morsi, habría hecho algo al respecto. Pero en el ambiente de rumores y teorías de la conspiración que ahora ha calado en Egipto cualquier cosa parece ser plausible, y eso por lo visto incluye, de creer algunas pancartas, oscuras alianzas entre islamistas, sionistas y norteamericanos.
En otro punto de la ciudad, los partidarios de los Hermanos Musulmanes también están concentrados. Dicen que defenderán al Gobierno de cualquier asalto a edificios gubernamentales. Cuentan con un servicio de orden, armado con palos y escudos, de aspecto preocupante. Más parece que sea una fuerza de choque para agredir a los manifestantes de la oposición.
La oposición egipcia está dispuesta a llamar al pueblo para que vuelva a tomar las plazas en caso de que el presidente, Mohamed Morsi, no deje su cargo, aseguran los jefes del movimiento Tamarrod.
Este lunes los manifestantes han vuelto a asaltar la sede de los Hermanos Musulmanes en El Cairo.
"Otorgamos tiempo a Muhammad Isa al-Ayyat (el nombre completo del presidente) hasta no más de las 15:00 (GMT), 2 de julio, para que abandone su puesto y permita a las agencias estatales comenzar a preparar las elecciones presidenciales anticipadas", dice el comunicado del movimiento, publicado en su sitio oficial.
En caso contrario, la oposición promete llamar "al pueblo egipcio a reunirse de nuevo en todos los lugares del país y organizar una desobediencia civil masiva".
En caso contrario, la oposición promete llamar "al pueblo egipcio a reunirse de nuevo en todos los lugares del país y organizar una desobediencia civil masiva".