Que mi nombre no se borre de la historia - Las 13 rosas
Tras la ocupación de Madrid por el ejército franquista y el fin de la guerra, las Juventudes Socialistas Unificadas intentaron reorganizarse clandestinamente bajo la dirección de José Pena Brea; éste fue detenido por una delación y obligado a dar, mediante torturas, todos los nombres que sabía y firmar una declaración preparada. Entre los detenidos se hallaban Las Trece Rosas, que fueron detenidas y conducidas primero a instalaciones policiales, donde fueron torturadas, y después a la cárcel de mujeres de Ventas.
Que mi nombre no se borre de la historia - Las 13 rosas
Tras la ocupación de Madrid por el ejército franquista y el fin de la guerra, las Juventudes Socialistas Unificadas intentaron reorganizarse clandestinamente bajo la dirección de José Pena Brea; éste fue detenido por una delación y obligado a dar, mediante torturas, todos los nombres que sabía y firmar una declaración preparada. Entre los detenidos se hallaban Las Trece Rosas, que fueron detenidas y conducidas primero a instalaciones policiales, donde fueron torturadas, y después a la cárcel de mujeres de Ventas.
Fue uno de los episodios más crueles de la represión franquista. El 5 de agosto de 1939, trece mujeres, la mitad menores, fueron ejecutadas ante las tapias del cementerio del Este. Su historia sigue viva hoy en forma de libros, teatro, documentales y cine.
Hace 74 años, en una madrugada como la pasada, 13 jóvenes, la mayoría menores de edad (entonces la mayoría de edad estaba en 23 años), junto a 43 hombres, fueron salvajemente fusiladas en las tapias del Cementerio del Este (ahora de la Almudena) por el mero hecho de haber pertenecido o relacionarse de algún modo, por lejano que fuese, con las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). El infame crimen con el que el recién entronizado dictador Franco quería enviar un mensaje de advertencia a la resistencia así como exterminar cualquier pensamiento libre y disidente hasta la simiente pasó al imaginario popular como Las 13 Rosas.
"Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro mundo, pero ten presente que muero por persona honrada. Adiós, madre querida, adiós para siempre. Tu hija que ya jamás te podrá besar ni abrazar… Que no me lloréis. Que mi nombre no se borre de la historia". Fueron éstas las últimas palabras que dirigiría a su familia una muchacha de 19 años llamada Julia Conesa. Corría la noche del 4 de agosto de 1939. Hacía cuatro meses que había terminado la Guerra Civil. Madrid, destruida y vencida tras tres años de acoso, de bombardeos y resistencia ante el ejército sublevado, intentaba adaptarse al nuevo orden impuesto por el general Franco, un régimen que iba a durar cuatro décadas.
No os olvidamos, no olvidamos a todos y todas las luchadoras generosas, valientes y honradas republicanas que nos dieron la semilla de nuestra libertad, de nuestro pensamiento libre. Como pidió Julia Conesa “Que mi nombre no se borre de la historia”. No sólo no se ha borrado sino que ha hecho historia, nos ha enseñado que hay que seguir luchando, oponiéndose a la represión por muy delirante que sea.
"Que sus nombres no se borren de la historia"
Para conocer mejor su historia recomendamos ver este documental de las 13 Rosas:
Hace 74 años, en una madrugada como la pasada, 13 jóvenes, la mayoría menores de edad (entonces la mayoría de edad estaba en 23 años), junto a 43 hombres, fueron salvajemente fusiladas en las tapias del Cementerio del Este (ahora de la Almudena) por el mero hecho de haber pertenecido o relacionarse de algún modo, por lejano que fuese, con las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). El infame crimen con el que el recién entronizado dictador Franco quería enviar un mensaje de advertencia a la resistencia así como exterminar cualquier pensamiento libre y disidente hasta la simiente pasó al imaginario popular como Las 13 Rosas.
"Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro mundo, pero ten presente que muero por persona honrada. Adiós, madre querida, adiós para siempre. Tu hija que ya jamás te podrá besar ni abrazar… Que no me lloréis. Que mi nombre no se borre de la historia". Fueron éstas las últimas palabras que dirigiría a su familia una muchacha de 19 años llamada Julia Conesa. Corría la noche del 4 de agosto de 1939. Hacía cuatro meses que había terminado la Guerra Civil. Madrid, destruida y vencida tras tres años de acoso, de bombardeos y resistencia ante el ejército sublevado, intentaba adaptarse al nuevo orden impuesto por el general Franco, un régimen que iba a durar cuatro décadas.
No os olvidamos, no olvidamos a todos y todas las luchadoras generosas, valientes y honradas republicanas que nos dieron la semilla de nuestra libertad, de nuestro pensamiento libre. Como pidió Julia Conesa “Que mi nombre no se borre de la historia”. No sólo no se ha borrado sino que ha hecho historia, nos ha enseñado que hay que seguir luchando, oponiéndose a la represión por muy delirante que sea.
"Que sus nombres no se borren de la historia"
Para conocer mejor su historia recomendamos ver este documental de las 13 Rosas: