La salud, protegida por los sevicios sanitarios públicos, es el punto de mira de los mercados especuladores, aquellos que no tienen escrúpulos y no les importa en absoluto la salud, vida o muerte de las personas y ven en ello una fuerte entrada de ingresos.
Los políticos, absorvidos por su ambición y codicia, son la herramienta utilizada por estos canallas para legislar los países e ir convirtiendo la sanidad en un negocio, reduciendo sus prestaciones con el tinte de recortes para ir allanando el camino hacia la privatización y el pago por estos servicios, hasta ahora públicos en España.
Los ciudadanos tienen la obligación de defender estos servicios para garantizar su atención médica hoy, mañana y en el futuro, donde si no se detiene esta malévola tendencia, millones de personas que no podrán pagar estos servicios sufrirán enfermedades que no se podrán curar, habra fallecimientos evitables y la salud se convertirá en un nuevo privilegio, acesible sólo para unos cuantos.
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