El 15 de mayo del año pasado decíamos: "Nadie esperaba la Spanish Revolution". Han sido 12 meses de debate y de acciones, de conocernos y poner a prueba lo que podíamos hacer juntos. Pero vemos que el bipartidismo no ha escuchado ni una sola de nuestras reivindicaciones. ¿Cómo derrocamos entonces la dictadura de los mercados? ¿Cómo ganar un nuevo régimen de derechos para todos? ¿Cómo, en definitiva, podemos conquistar una democracia que realmente lo sea?
Un gobierno sin paracaídas
La primera premisa que debemos recordar es que la crisis actual es política y sólo política. No hay ningún argumento económico que justifique unas políticas de austeridad que en definitiva empujan a la recesión. El problema reside únicamente en el agujero contable de las grandes entidades financieras españolas y europeas -generosamente engordado por varios lustros de sucesivas burbujas financieras unidas a un modelo económico basado en el ladrillo, el macroevento y las infraestructuras que nunca pedimos y que hoy se demuestran un auténtico agujero negro de deuda y expolio- y en la incapacidad de encontrar un nicho de negocio rentable en una situación de caída generalizada de los mercados. En este sentido, todas las decisiones dirigidas por el rigor fiscal, la austeridad y el control del déficit están únicamente orientadas a defender el interés de los grandes acreedores -léase bancos y fondos de inversión- que han convertido la deuda pública en el gran negocio, el único negocio, ahora disponible.
De esta premisa se extrae la segunda: las decisiones políticas que han acabado por desembocar en la crisis de la deuda, se toman sólo en unos pocos centros de poder. A nivel europeo, el único que realmente importa, los centros son el gobierno alemán de Ángela Merkel y el rígidamente ortodoxo Banco Central Europeo. A escala española, pero como un simple recadero, último eslabón de una larga cadena de mando que comienza en las grandes entidades financieras: el gobierno del Estado y las comunidades autónomas, que pueden ser más o menos afines a la ideología del ajuste y la deuda, pero que no tienen más plan que recortar derechos y bienestar.