Grecia es el país que se encuentra no solo en el borde de dos placas tectónicas, sino también al filo de la quiebra. Obligado a ajustarse el cinturón, el Estado recortó los fondos para situaciones de emergencia; entre ellas, los desastres producidos por los sismos. Unas 150 personas murieron a causa del terremoto que sacudió a Grecia en 1999.
"Primero sentimos un enorme ruido, profundo y hueco. Luego comenzó a temblar, parecía que hubiese sido por mucho tiempo. Inmediatamente pensé en proteger a mis hijos pequeños. Cuando vimos la ciudad, parecía un campo de batalla, era terrible", recuerda el testigo Aglaia Taralidou.
La reconstrucción de los daños significó un desembolso de 2 mil millones de euros. Ahora, la situación sería mucho más grave. En su desesperación por la crisis, el gobierno griego ha echado mano a fondos de emergencia, asignaciones monetarias que se establecieron para mitigar los daños de eventuales desastres naturales y que ya no estarán ahí cuando se necesiten. Con esto no solamente se pone en riesgo la vida de los ciudadanos, sino que también el Estado de parte del patrimonio cultural que se encuentra en este país.
Las partidas presupuestarias fueron revisadas de acuerdo a las exigencias del FMI, la UE y el Banco Central del bloque. Esta troika decide el destino económico de Grecia y su plan de austeridad para el país implica recortar fondos de prácticamente todas las asignaciones, incluso las de emergencia.
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